Sueños de libertad

Los Pumas juegan en un suelo declarado patrimonio de la humanidad. Es en el estadio Olímpico Universitario donde el equipo ha consolidado su identidad, amarrándose a ideales de progreso y libertad. Por antonomasia, en nuestro país, el conjunto representante de los estudiantes es el equipo puma. Desde su origen, fueron futbolistas universitarios los que ascendieron a la Primera División. Hombres como Renato Cesarini y Ángel Papadópulos, fueron los responsables de planear una estrategia que surtiera de juventud eterna al equipo colegial. Guillermo Aguilar Álvarez ejecutó la primitiva estrategia y la perfeccionó con grandes resultados. Hugo Sánchez es la joya de la corona. El hijo pródigo.

La identidad puma se fragua desde la infancia. Desde que los orgullosos hijos de trabajadores y académicos de la UNAM acuden a entrenar con los Pumitas. Algunos, la minoría, adquieren la vocación del juego y optan por el alto rendimiento que se imparte en la Cantera del equipo. Aquí, los novatos hacen sus votos de entrega al futbol. Pumas ha entendido y comprendido el perfil de su afición.

El doctor Roger Magazine es antropólogo social e investigador de la Universidad Iberoamericana. Pasó varios años estudiando a la famosa porra Plus y logró trazar un perfil de estos seguidores. Para el académico, los aficionados sienten una atracción, primero por la UNAM, y por la filosofía de formar a los jóvenes. Además, un detale que distingue a un puma de cepa es la forma en como impulsan a su equipo. Para los miembros de la Plus, “los aficionados de los otros equipos apoyan después de meter el primer gol, pero ellos apoyan por el amor que sienten por el equipo y que esto, luego tiene un efecto sobre lo que hace el equipo”.

Mientras la mayoría de los seguidores de América, Chivas y Cruz Azul son personas con escolaridad básica y media, amas de casa, desempleados, jubilados y de clases populares, los partidarios de los Pumas tienen un perfil profesionista-universitario, que se concentra en los jóvenes.

El maestro en psicología, Hans Soler, desarrolla, desde su especialidad, los símbolos del equipo y nos ice que “la UNAM arropa a un símbolo felino, un símbolo de garra, de empuje, de lucha, que le sirve al joven estudiante, para encontrar su identidad”.

Según datos de Consulta Mitofski, uno de cada 10 mexicanos le va a los Pumas. Es el cuarto equipo de mayor convocatoria nacional. Y además, se ha consolidado como la mejor segunda opción para los aficionados de otras escuadras.

En el discurso, los Pumas son equipo que proyecta un mensaje de progreso, de democracia, de rebeldía, de modernidad, de libertad. Aunque para el comunicólogo, Samuel Martínez, hay una paradoja entre lo proyectado y algunos detalles que se presentan con algunos seguidores del equipo.

“Ya en la práctica, como en todas las aficiones hay contradicciones y hay paradojas. Si tu vas al estadio, te acercas a las barras y ves como operan, pues te darás cuenta que ni son tan democráticos, ni son tan progresistas, ni son universitarios, por decirte algo, por ejemplo; ni son tan liberales. Hay mucho machismo, hay corrupción, hay mucho nepotismo, hay mucho autoritarismo. Hay mucho negocio y comercialización de la Marca Pumas por parte de los aficionados y de sus barras”, puntualiza.

Es complejo sintetizar el perfil de una afición. Pero así se expresa el estadio Olímpico Universitario. La Ultra, la Plus y la Rebel son las barras y porras más representativas. Todos estos grupos claman sueños de libertad, todos sintetizan la esperanza de vivir en un país mejor. Por lo pronto, el futbol es un reflejo de esta sociedad y es una válvula de escape que regula la armonía de la región, por lo menos durante 90 minutos.


más allá del simple juego

El futbol en México va más allá del simple juego. Si en un mapa colocamos a los equipos profesionales que representan a cada región, podríamos sintetizar la identidad cultural y social del país entero. Pero no tiene mucho tiempo que los mexicanos adoptaron al futbol como deporte nacional. Fue la televisión, Televisa, quien a mediados de los 60 proyectó la popularidad del deporte-espectáculo y superó, en poco tiempo, a los tan arraigados juegos de béisbol, a los toros, al boxeo, al futbol americano y al básquetbol. Como dice Samuel Martínez, comunicólogo académico de la Universidad Iberoamericana, “para bien o para mal, ahora estamos en una sociedad futbolizada”.

Según una encuesta de Consulta Mitofsky, alrededor de setenta millones de mexicanos se declaran seguidores del único juego de pelota jugado con los pies. Por su historia, por su mascota, por su lugar de origen o por el perfil de sus dueños, los equipos profesionales de futbol ofrecen discursos diferentes de ver y vivir la vida. Para el antropólogo social, doctor Roger Magazine, el irle a un equipo “tiene algo que ver con el tipo de persona que eres y con el tipo de sociedad en que quieres vivir”.

Desde que México se formó como nación, el sistema de ciudades rige el orden del país y es en la historia de convivencia de estas, en donde radica la rivalidad entre los equipos y entre las regiones que cada fin de semana pueden enfrentarse en una cancha.
“Los juegos de futbol son guerras simbólicas sociales, que ya son muy avanzadas, en términos ideológicos”, asegura el maestro en psicología, Hans Soler. “Puedo ganar, puedo perder, pero esas batallas le dan a mis impulsos una satisfacción, que yo, como ser social, necesito”.

Desde los tiempos de la colonia, las ciudades engendraron diversas rivalidades entre sí. Las tensiones políticas, religiosas, económicas, culturales y sociales tienen por lo menos cuatrocientos años de existencia y muy en particular, el resentimiento contra el centro o la capital del país. Sobre esta dinámica nacional de rivalidades se montó el futbol y la competencia en busca de una identidad se potencializó.

Si bien, en el resto del mundo, la afición se identifica con su equipo por cuestiones territoriales, étnicas o de clases sociales, el aficionado mexicano, además de regirse por estos factores, despierta su identidad por un concepto ideológico. México es un mosaico de posibilidades. Norte, centro, sur, oriente y occidente. Cada latitud esta marcada con los elementos culturales y según Miguel Ángel Lara Hidalgo, periodista independiente, ahí es donde radica el valor del futbol porque “tiene que entenderse como un todo social, como un todo ideológico. Por eso, de repente, pensamos que el futbol mexicano es muy pobre, porque no entendemos el valor del futbol”.

México cuenta su historia diaria a través de los medios de comunicación y esa realidad, muchas veces margina el contexto total de este enorme mosaico de identidades y situaciones. Con este planteamiento, el futbol se ha convertido en un factor determinante para la modernidad cultural de las ciudades del país. Samuel Martínez lo define de forma contundente: “El país que nos narran los medios también pasa por el país que narra el futbol de 1ª división. Una ciudad sale del circuito de 1ª división es como si ya no existiese en este país. La gente lo sabe y le duele no tener de visita a los grandes equipos nacionales; no aparecen en los tabloides, en las notas, porque eso representa una existencia social y cultural para la ciudad”.
¿Dónde quedaron aquellos futboleros lugares como Tampico, Zacatepec, Irapuato, León, Querétaro?, por mencionar sólo algunos.

De los 18 equipos de primera división, cuatro han rebasado los límites territoriales de identidad y su arraigo es de carácter nacional. Estas escuadras representan en el imaginario visiones de un país que fue, de un país que es y de un país que pretende ser.
El América, las Chivas, el Cruz Azul y los Pumas, se reparten a la mayoría de los aficionados del país y son a la vez, el foco de las grandes rivalidades que se generan entre las ciudades.

Los equipos locales estructuran su discurso narrativo a partir de cómo les va a sus equipos de futbol.
Volvemos con Samuel Martínez. “Cada ciudad tiene si narrativa respecto a sí misma; la forma de ser, las formas de hablar, de entonar, las palabras que usan se reflejan en las aficiones, en los cantos, en las prácticas de los estadios. Cuando dos equipos se enfrentan en una cancha, están enfrentando eso: las maneras de comer, de pensar, de vestirse, la manera de concebir la cultura, la familia, las clases sociales”.

Sólo la identidad hacia la selección nacional es capaz de dar tregua a esas rivalidades, porque al igual que los equipos locales buscan un lugar en la historia mediática del país, el equipo tricolor intentarse figurar en el mundo globalizado del futbol, que por cierto, genera negocios de gran escala.

Miguel Ángel Lara critica la falta visión de aquellos que dirigen y que son dueños del futbol espectáculo. “No es solamente el negocio. El futbol es sociedad y la sociedad es el futbol. Hoy día, el término de sociedad futbolizada es válido, porque la sociedad se vincula con este deporte y lo hace suyo y, determina, muchas veces, el modo de comportamiento de las regiones. Si nos olvidamos de esta parte, entonces la identidad no está completa”.

Por lo pronto, el futbol es un reflejo de esta sociedad y es una válvula de escape que regula la armonía de la región, por lo menos durante 90 minutos.

el país que narra el futbol

Hay un México que nos es relatado por cada sector. El político, el económico, el cultural, el religioso, el de los pobres, el de los ricos, el de los narcos, el de los periodistas, el de la televisión, etc. El México que conoceremos a continuación es el país que narra el futbol…